La fiesta de chicos llegaba a su fin.

Sergio pasó toda la noche rehuyendo la pueril manada, evitando conversaciones, juegos absurdos y demostraciones viriles de fuerza.

Cansado, no pudo escapar de la calidez de un guiño aislado pero sincero.

Quizás no hiciera falta ocultar por más tiempo su condición.

Cartaginés