– Tú y yo podremos pasear juntos bajo ese cielo estrellado, saborear el color de la noche, degustar el perfume del aire libre. Seremos dos almas al viento, guiadas por el destino, liberadas de todo mal, unidas entre sí como el día sigue a la noche, como el Sol juega con las sombras. Entonces podré amarte por siempre y jamás me separaré de ti.- dijo la mujer entre sollozos.
– Estoy seguro de ello, cariño- respondió el hombre mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Acabó el tiempo y él volvió a su celda.
Ella supo que nunca más volverían a verse.