Érase una vez… Así es como empiezan muchas historias. La nuestra no podía ser diferente.
Así pues, érase una vez… Hace ya algún tiempo en un lugar remoto, estábamos sentados alrededor de una mesa hablando de todo un poco. Sin darme cuenta de lo que iba a decir, mencioné que no quería morirme sin dirigir La Máscaras de Nyarlathotep para La Llamada de Cthulhu. Entonces el tiempo se detuvo y pude notar como vuestras cabezas se giraban y como vuestras miradas se posaban en mí, incluso las de los que no estabais allí.
Casi tres años después, aquí estamos. Hemos vivido una de las mejores experiencias lúdicas que podíamos imaginar. Casi me parece mentira. Mantener el ritmo de partidas no ha sido fácil. Somos muchos y todos tenemos otras cosas en nuestras vidas. Y precisamente por eso todavía tiene más valor que hayamos terminado esta locura. El trabajo de master solo vale la pena si los jugadores disfrutan con la historia que contamos, si cuando acaba la sesión se levanta de la mesa con los ojos brillantes y piensan: ¡uauuh! ¡quiero más!
Y, como a veces he visto ese brillo, me gustaría pues daros las gracias. Toda esta aventura (la que tiene lugar en el mundo de juego y la otra) no sería posible sin vosotros. Vuestras ganas, vuestro compromiso, hacen que la historia que hemos contado sea jodidamente buena. No tenéis ni idea de cómo he disfrutado viendo como interpretabais, como vivíais vuestros personajes. A veces, ponía las manos detrás de la cabeza, me reclinaba hacia atrás en la silla y os miraba, os escuchaba hablar. Y durante ese momento erais los héroes más grandes de la Tierra. No importa si la habéis salvado o si ha sido condenada, pero sí importa que lo habéis intentado con todas vuestras fuerzas.
Dicen que todos los dados pueden contar una historia. Guardad los vuestros como si fueran un tesoro. Llevan consigo todo lo bueno y todo lo malo que os ha pasado en esta aventura. Si os acercáis y ponéis vuestro oído muy cerca, muy cerca, los escucharéis decir con orgullo: «sabéis, yo jugué Las Máscaras de Nyarlathotep».
Barcelona, agosto de 2021.
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Muchas gracias a todos